lunes, 22 de junio de 2015

Una breve vista general de la India victoriana.

"Navidad en la India" dibujo de E.K. Johnson, 1881.
     Hace tiempo que quise saber más acerca de este mundo, como amante del siglo XIX anglosajón era un parte de esa realidad decimonónica, distinta, y que se me escapaba, ya que, más allá de algunas películas de Bollywood, poco había visto de la vida de los anglo-indios, así como la relación establecida con los hindúes la cuál , debido a la rebelión de los cipayos de 1857 era más que evidente que no había sido excesivamente grata.

Rudyard Kipling y su ayah, dibujo de J.L.Kipling.
     Todo el mundo sabe que durante el reinado de Victoria I de Inglaterra (1819-1901) la India pasó a engrosar el Imperio británico desde 1877 momento en que la Reina fue nombrada Emperatriz de la India, y los colonos ingleses pronto se establecieron, por elección propia en la mayor parte de los casos, allí. En primer lugar hay que decir que anglo-indios es un término que se utiliza para referirse a los británicos asentados en la India, no al mestizaje entre indios e ingleses, mestizaje que por cierto estaba socialmente muy mal visto. La vida de un inglés en la India se presentaba ante los ojos del mundo como una existencia dura y dificil, de la cual se tendía a intentar escapar a la mínima ocasión, o al menos eso intentaron dar a ver escritores como Rudyard Kipling, autor de El libro de la Selva (The Jungle Book), los colonos británicos tenían la noble tarea de exportar al mundo la civilización que reinaba en su Imperio, y esa pesada carga era muy complicada, cegados por esta visión paternalista se olvidaron de los hindúes, con los cuáles apenas se relacionaban en su vida colonial más allá del servicio doméstico o las ayas que cuidaban a los pequeños anglo-indios hasta que cumplían la edad para marchar a Inglaterra, completando así su educación de modo "adecuado", intentando neutralizar cualquier influencia "negativa" por parte de la cultura india que les rodeaba en su lugar de nacimiento.

      La vida de los anglo-indios en la India, más allá de lo que pudiera parecer, y aunque tenía sus dificultades, era una vida mucho más acomodada de la podrían haberse permitido en Inglaterra, beneficiados por el Gobierno británico que no tenía ningún problema en hacer cualquier ajuste económico para que estas familias anglo-indias vivieran en la abundancia y pudieran permitirse, incluso, llegado un momento determinado regresar a Inglaterra. La idea imperialista inglesa suponía que el simple hecho de ser británico llevaba consigo una idea de superioridad racial, cultural y científica que contrastaba con la idea que se tenía sobre la personalidad supersticiosa de los asiáticos, y creían firmemente que el progreso y avance de la India se produjo gracias a que negaron a los indios la capacidad de gobierno y su propia administración.

      La necesidad de mostrar a los británicos como esa raza superior que debía guiar a los indios sumidos en la ignorancia y la superstición de sus creencias provocó que incluso el gobierno británico permitiera a los funcionarios en la India retirarse al cumplir cuarenta y cinco años para que, llegado el momento en que comenzaran a envejecer, los orientales no pudieran ver su declive, la Reina era concebida como maa-baap (madre/padre) y el nativo era un niño inexperto que era refinado en el marco del Imperio.

Políticamente la India era un reflejo de las tendencias de la metrópoli, y tanto conservadores como liberales tenían sus proyectos para la India, mientras los pequeños anglo-indios era mantenidos por las ayahs (niñeras) hindues, iban al mercado a comprar fruta y les escuchaban recitar las nanas repletas de esas creencias indias tachadas de supersticiosas sus padres probablemente disfrutaban de la vida en el centro enurálgico de esta vida colonial, Simla, lugar donde se podía observar en toda su plenitud la vida privada de los anglo-indios y donde se situaban los departamentos militares y al comandante en jefe del ejército. Los caballeros acudían a exclusivos clubs, como sucedía en Londres, solo que aquí recibían nombres como Club de Punjab, United Services Club de Lahore, o pertenecían a logias masónicas como "Hoper and Perseverance, 782 E.C." , lugares a los cuales cualquier indio tenía prohibida la entrada aunque su condición económica fuera la de un príncipe.

Lo más granado de la sociedad anglo-india de 1885: el diplomático inglés Frederick Temple Hamilton-Temple-Blackwood (1826-1902), el primer marqués de Dufferin y Ava y el Vicerrey de la India en la Casa del Gobierno en Simla.

Posible idea de un baile en el Palacio del Gobierno, 1880.


     Las familias anglo-indias eran un circulo cerrado y reducido, muy unido, tanto como para aparentar ser fuertes y dominar ante millones de hindúes, vivían en colonias y se diferenciaban de los recién allegados al lugar a los cuáles excluían socialmente, a pesar de ser también británicos, y además dentro de la comunidad anglo-india también se diferenciaba entre los que participaban en el progreso del Imperio (funcionarios, militares, médicos...) y el conjunto social que se encontraba residiendo en Simla, irónicamente de forma generalizada se tachó de incivilizados a los hindúes por permanecer divididos en castas, y eran tachados de personajes ambiciosos y violentos.

Casa del Gobierno, Simla.
Vivir en Simla era el objetivo máximo de la existencia anglo-india, allí se celebraba el codiciado baile del Virrey, se asistía a las fiestas de disfraces y las comedias del Gaiety Theatre, se jugaba al cróquet, al tenis y se practicaba el tiro con arco, los anglo-indios se despertaban con el The Civil and Military Gazette en la mesa del desayuno y por la tarde se reencontraban unas horas con sus hijos, los cuáles, como hemos señalado antes, habían quedado al cargo de las ayahs.

Toda esta vida repleta de lujo y un notable esnobismo hacía que los británicos residentes en la India vivieran aislados de la realidad, metidos dentro de su círculo exclusivo, y vieran la cultura India con temor como algo oscuro, abominable y misterioso en lo cuál preferían no adentrarse, vivían en su mayor parte agobiados por el clima tropical, y eran incapaces de adaptarse al calor sofocante que hacía que los caballeros salieran por la noche en búsqueda de distracciones que iban desde fumaderos de opio hasta espectáculos de marionetas.

BALAKRISHNAN, M., La India de Kipling, pp.159.


     Esta incapacidad para adaptarse al clima derivaba en negativos efectos físicos y morales, y derivados de los primeros la propensión a caer enfermo, cosa que en un ambiente tropical era bastante común, los anglo-indios vivían casi obsesionados por la enfermedad, cosa que también podía ocurrir en Inglaterra, pero aquí parecían temer de un modo casi obsesivo, desde las fiebres tifoideas a la "intoxicación de la sangre" , pero sobre todo, el cólera que diezmaba de forma notable a las tropas británicas.* Esto combinado con esos temibles sonidos de tambores que se filtraban en los sueños nocturnos de los británicos, y que procedían del más inofensivo templo, así como las llamadas "Torres del Silencio" donde la comunidad parsi dejaba los cadáveres de sus familiares para los buitres devorasen sus cuerpos, alimentaban la imagen monstruosa que los británicos se forjaron de la India.

      Por esto, y por esa visión paternalista y de superioridad racial, la unión entre un británico y una india o al revés, estaba visto como una abominación, automáticamente eran excluidos social y profesionalmente, aunque anteriormente ostentaran un buen puesto o una buena posición económica, los mestizos eran considerados como una especie de medio salvajes que en ocasiones parecían tener momentos de iluminación gracias a los genes británicos, de ahí que las uniones se hicieran entre familias que terminaban endogamizándose, debido al escaso círculo social, o bien, terminaban con la huida a la metrópoli, donde, para empezar, no eran bien vistos, ya que residir en la India suponía que tenías una buena posición económica, pero no la suficiente como para vivir en Inglaterra.

Los intelectuales indios eran desprestigiados, debido a que el hecho de que existieran, y a pesar de que en muchas ocasiones apoyaran a los intereses británicos, suponía admitir la superioridad india , personajes como Ram Mohan Roy, que cooperó con el Virrey para mejorar socialmente el país o Rabindranath Tagore, ganador del Premio Nobel de Literatura , eran respetados en la India por su ingenio pero apartados por los británicos por el simple temor de verse amenazados como guías de lo que ellos consideraban como una nación incapaz de desarrollarse.


Sigo en mi búsqueda de libros sobre este periodo y esta sociedad, aunque no han sido muchos, para la redacción de esta pequeña entrada he utilizado La India de Kipling de la filóloga inglesa Manjula Balakrishnan, y aunque consciente de la fuerte crítica al imperialismo británico que se establece en ella me parece una visión muy acertada de cómo debía ser el meollo de toda esta época, y de la sociedad que se estableció en ella. Por supuesto, hay que tener en cuenta la época en la cuál nos encontramos, ni todo era igual que lo es hoy, ni tampoco sigue siéndolo, y en muchas ocasiones todas estas actitudes no eran percibidas más que el comportamiento lógico de un periodo, nos parezca más o menos justo.



MANJULA, B., La India de Kiplin, Miraguano Ediciones, Madrid, 1015.



*Tanto es así , en cuanto a la preocupación por las enfermedades, que el ejército británico creó el conocido "gin tonic" mezclando tónica con quinina, un conocido medicamento para combatir la malaria.